La ruta turísticapor El Barco de Ávila le permitirá conocer, a pie o en bicicleta, los espacios y edificios más relevantes de nuestra localidad, como la muralla, el Castillo de Valdecorneja, la antigua mezquita, la iglesia parroquial o la Plaza Mayor entre otros elementos, mostrándole el origen, la historia y la cultura de una población que ha sabido conservar su patrimonio, considerado parte ineludible de la identidad de todos los barcenses. Y todo ello mientras disfruta de un sencillo y agradable paseo en bicicleta o a pie por nuestras calles, descubriendo a cada pedalada, a cada paso un secreto, una historia o una leyenda que no le dejarán indiferente.
 
 
 
La ruta, de apenas 3 kilómetros y medio, se encuentra señalizada mediante flechas orientativas, y en cada elemento del itinerario propuesto una señal interpretativa le acercará a las características del bien.

El Ayuntamiento de El Barco de Ávila, comprometido en acercar su patrimonio cultural a toda la población, ha apostado por una señalización accesible en la que se incorpora el lenguaje braille y códigos qr para la descarga de una audioguía así como para la visualización de una signoguía destinada a personas con discapacidad auditiva.

Del mismo modo, la disponibilidad de alquilar bicicletas eléctricas en la Oficina de Turismo que se encuentra en el inicio de la ruta, permite a los visitantes con algún tipo de discapacidad motórica recorrer de forma sencilla el itinerario propuesto.
  En caso de que prefiera realizar esta ruta a pie, le recomendamos que en el punto señalizado en el mapa tome la dirección marcada para llegar a la Puerta del Ahorcado por el interior de la localidad, siguiendo un trazado más apto para su recorrido andando.
 
 

- Circule con precaución. El itinerario transita por carreteras con tráfico.
- Sigua el itinerario establecido y respete todas las señales de tráfico.
- Recuerde seguir las normas de circulación y tener cuidado, sobre todo si la recorre con menores.
- Intente circular por la derecha y en fila.
- Use siempre el casco y no utilice auriculares.
- Adapte la velocidad de la bicicleta a las condiciones del recorrido y a la visibilidad.



 
   
 

La muralla de El Barco de Ávila es obra de D. Ramón de Borgoña, el mismo que edificó las murallas de las ciudades de Ávila, Salamanca o Segovia. Levantada en el siglo XII, en su origen, esta muralla no representó una fortaleza como tal, sino que más bien hizo las funciones de cerca que delimitaba el espacio urbano. Eran el foso perimetral, su castillo y torreones, junto a sus puertas y postiguillos que pueden localizar en el dibujo, lo que otorgaban a esta muralla su carácter defensivo.

 

La muralla comienza su deterioro con la Guerra de Sucesión y se intensifica en el siglo XIX durante la Guerra de la Independencia. Pero es tiempo después cuando se arruina casi por completo, edificándose en sus lienzos o derribando la gran mayoría de sus puertas y postiguillos. Sin embargo, nuevas sensibilidades han hecho posible un trabajo de conservación que devuelve a la muralla su aspecto original, recuperando aquellos tramos que no han desaparecido, e incorporándolos en el patrimonio de la localidad.

 
 

La muralla de El Barco de Ávila es obra de D. Ramón de Borgoña, el mismo que edificó las murallas de las ciudades de Ávila, Salamanca o Segovia. Levantada en el siglo XII, en su origen, esta muralla no representó una fortaleza como tal, sino que más bien hizo las funciones de cerca que delimitaba el espacio urbano. Eran el foso perimetral, su castillo y torreones, junto a sus puertas y postiguillos que pueden localizar en el dibujo, lo que otorgaban a esta muralla su carácter defensivo.

 

La muralla comienza su deterioro con la Guerra de Sucesión y se intensifica en el siglo XIX durante la Guerra de la Independencia. Pero es tiempo después cuando se arruina casi por completo, edificándose en sus lienzos o derribando la gran mayoría de sus puertas y postiguillos. Sin embargo, nuevas sensibilidades han hecho posible un trabajo de conservación que devuelve a la muralla su aspecto original, recuperando aquellos tramos que no han desaparecido, e incorporándolos en el patrimonio de la localidad.

 
Fotografía: Arteaga

Propiedad de los señores de Valdecorneja, de la Casa de Alba, este castillo gótico del siglo XIV se asienta en un lugar elevado desde donde se controlaba fácilmente el paso del valle y el río Tormes. Un asentamiento privilegiado que lleva a algunos a pensar en la posible existencia de poblados prehistóricos en este mismo lugar.

Elemento fundamental del sistema de fortificación de la localidad, este castillo se protegía por un foso perimetral, con contrafoso y rastrillo, así como con cuatro grandes torres de planta circular localizadas en sus esquinas, logrando así la protección frente a cualquier ataque.

 

Los destrozos producidos por las diversas guerras y su uso como cementerio municipal desde 1850 hasta principios del siglo XX afectaron gravemente a la fortaleza, desapareciendo la mayor parte de su interior. Sin embargo, su restauración en 1985 nos permite disfrutar de un exterior sorprendente repleto de bellos detalles como sus ventanas góticas, las ménsulas trilobuladas que sujetan los matacanes, etc. De este castillo se cree que procedían el arco y la crestería de una de las viviendas construidas en la Plaza Mayor de la localidad.

 
Fotografía: Arteaga

Los presos de El Barco de Ávila pasaron de ser encarcelados en la casa del Concejo y posteriormente en el Castillo de Valdecorneja, a ser encerrados en esta antigua cárcel, construida en 1653 por la comunidad de Villa y Tierra del Barco de Ávila tras la compra dos casas a la parroquia de la localidad.

Este edificio es hoy Aula Mentor, Biblioteca Municipal y sede de la Universidad Nacional de Educación a Distancia. Conserva gran parte de su aspecto original, como su fachada externa con su puerta

 

de grandes sillares de piedra y sus ventanas enrejadas, o ya en el interior, su gran escalera de piedra o su patio interior de grandes columnas de piedra, donde una cruz de Calatrava grabada en el dintel de la puerta da la bienvenida al visitante a su sala de exposiciones.

Tras la disminución de su actividad, en el año de 1888 la planta superior de esta antigua cárcel se convierte en Sala de Audiencias del Juzgado.

 
Fotografía: Arteaga

A nuestra izquierda encontramos la fachada de la antigua mezquita de El Barco de Ávila, del siglo XV, que marcaba la entrada a la pequeña aljama o barrio árabe de la localidad. Se identifica por su puerta y ventana enrejada, ambas de arco conopial.

A pesar de que su antigua torre ha desaparecido, aún se conserva en la parte superior del arco de acceso a la vivienda un grabado en lengua árabe que recoge la frase AllahuAkbar -Dios es el Más Grande-, junto con una granada, escultura que hace referencia al origen granadino de muchos de los musulmanes que poblaron el barrio.

 

Al lado derecho, el Fielato, lugar en el que se cobraban los impuestos municipales sobre la entrada y salida de mercancías de consumo a la localidad, y del que tan sólo queda parte de su original celosía de balaustres de granito y un destruido escudo de la Casa de Alba.

En la fotografía puede contemplar el acceso al edificio desde la Plaza Mayor, con la misma celosía de balaustres, lo que permitía el cobro directo de los impuestos a los vendedores cada lunes de mercado.

 
Fotografía: Arteaga

El nombre de este edificio procede del antiguo reloj del siglo XIX cuya maquinaria aún se conserva en su interior, en perfecto funcionamiento.

Desde su construcción en el siglo XV, este edificio ha sido ocupado por el Ayuntamiento de la localidad, siendo hoy sala de exposiciones y lugar destacado desde cuya balconada se realiza el pregón que da comienzo a las fiestas patronales.

El edificio se enmarca en una plaza de planta rectangular que, probablemente desde el siglo XV fue el centro público y económico de la localidad, celebrándose desde el siglo XIX corridas de toros, fiestas y festejos que han marcado la vida de los barcenses.

 

En ella es posible contemplar numerosos edificios relevantes como la vivienda que dispone de una sorprendente crestería gótica, probablemente original del Castillo de Valdecorneja, o los 51 pilares que crean un espacio porticado de gran belleza, algunos reutilizados del castillo, el convento o la Alhóndiga, mientras que otros son de hierro fundido procedentes de la Fundición Moneo.

 
Fotografía: Arteaga

Cada lunes desde el siglo XIII se celebra en esta plaza el mercado semanal de la localidad. En siglos pasados eran miles los visitantes que llegaba a El Barco de Ávila de los pueblos cercanos a comprar o intercambiar judías, especias, paños, abarcas, sombreros… Productos variados que se vendían en los numerosos puestos que ocupaban la Plaza Mayor u otras calles, como la Calle Mayor. También durante la feria de ganado se vendían en esta plaza todo tipo de utensilios y objetos, atrayendo la visita de cientos de personas.

 

Durante el siglo XVIII se construye el edificio barroco que tiene frente a usted, conocido como la Casa Administración, actual sede del Ayuntamiento desde principios del siglo XIX. De su exterior destaca su buena sillería, la labra del granito en su zócalo, esquinales, impostas y cornisas, o el escudo de armas de los Jiménez Asenjo.

A su derecha la Calle de la Pasión, donde se encontraba el arco que daba acceso al barrio de la judería que llegaba a la puerta del Ahorcado, y en el que se agolpaban negocios, comercios y oficios de gran valor.

 
Fotografía: Arteaga

En el año de 1662 se construye esta ermita, en el lugar donde nació y murió San Pedro del Barco, santo y vecino de la localidad.

Fueron muchas las virtudes de este monje benedictino, entre las que destacan su capacidad para predicar a los pájaros y animales del bosque o convivir con dos corzas que ayudaban al santo a labrar la tierra. Todo ello le llevó a ser nombrado Canónigo de la catedral de Sevilla por el obispo de esta ciudad.

 

Fallecido en el año 1149 tras contemplar el milagro de la transformación del agua en vino, es enterrado en la Iglesia de San Vicente, en Ávila. Uno de sus huesos, el húmero, descansó a modo de reliquia en la ermita, encontrándose actualmente en el Museo de la Iglesia Parroquial.

La ermita, como la vida del santo, es austera y sobria. Destaca el granito de su fachada, con su gran puerta central adintelada, o el retablo que contenía la imagen del Santo junto con la de San Lorenzo y San Esteban, santos éstos cuyas imágenes han desaparecido y de la que tan sólo se conserva la de San Pedro del Barco.
La ermita pasó a ser escuela en 1845 hasta que un siglo después, en 1941, se le devuelve el culto.

 
Fotografía: Arteaga

Esta iglesia, declarada Monumento Histórico-Artístico en 1931, es uno de los mejores ejemplos del gótico abulense.

Construida en el siglo XII como elemento defensivo, se modifica posteriormente, alcanzando el aspecto original, del que destaca su alta torre, sus ventanas góticas, su ábside rematado por una breve espadaña o su puerta en la fachada sur, acceso actual al interior del templo, que luce bellas arquivoltas, capiteles decorados y la imagen en piedra que algunos atribuyen al retrato del arquitecto del edificio.

 

En su interior sorprenden las bóvedas de crucería del siglo XIV, su coro con decoración mudéjar, el órgano barroco o el retablo mayor del siglo XVII, protegido por una impresionante verja de forja de dibujos que separa la nave del altar mayor.

El cementerio cristiano se localizó en su interior hasta el año de 1850, mientras que el judío se localizó junto al árbol de mayor porte y la fuente, y el musulmán en la propia plaza de las Acacias, junto a lo que fue el Hospital de San Miguel -uno de los más antiguos de España-, convertido en la actualidad en residencia de ancianos.

 
Fotografía: Arteaga

Nos encontramos en un lugar privilegiado para comprender cómo era el urbanismo de El Barco de Ávila en época medieval. La originalidad de éste, junto al gran número de edificios de interés histórico, le ha valido a la villa el reconocimiento como Conjunto Histórico.

Como es posible contemplar en el plano de Coello de 1864, la cerca (muralla) protegía unas calles que, adaptadas al terreno, conectaban los puntos de mayor interés, conformando un conjunto urbano homogéneo y singular. Las casas, sin patios internos, con

 

fachada de mampostería encalada y recercados de piedra, se encontraban rodeadas de dos zonas sin construir dedicadas a huertas, todo ello dentro del perímetro amurallado. Sobresalen entre estas casas populares algunas casonas de sillería de granito de dos o tres alturas, con una fachada simétrica y blasones que nos hablan de la nobleza de sus habitantes.

Con el paso del tiempo, la población quedaría dividía en diferentes barrios: el de la judería, el de la morería, el de las Mancebías, Tenerías, el barrio Libre de Tejedores, o el de Sombrereros.

 

Esta ermita se levantó en el siglo XIII como respuesta popular a la aparición de un Cristo de madera de tamaño natural tras una crecida del Tormes. Cuenta la leyenda que el pueblo de El Barco de Ávila llevó en procesión la talla del santo a la iglesia de la localidad, volviendo de forma milagrosa la imagen al lugar junto al río donde se encontró. Este hecho milagroso animó a la población a levantar una ermita en este punto, la del Humilladero.

En el año 1672 se decide restaurar esta ermita del Humilladero, arruinada. Al excavar para crear su cimentación, se descubre una

 

gran corriente de agua que cruza bajo la ermita, que acaba recogiéndose en la fuente de tres caños que puede contemplar junto a usted, pasando a conocerse la ermita como la del Santísimo Cristo del Caño.

De su exterior destacan sus sillares y puerta de arco de medio punto, así como la pequeña espadaña que alberga una pequeña campana que se toca durante la procesión el Cristo del Caño.

 
Fotografía: Arteaga

Frente a usted puede contemplar los restos de una de las cuatro puertas de la muralla de El Barco de Ávila, en concreto la conocida como Puerta del Puente. De este acceso, de estilo románico, tan sólo se conserva su arranque, cuatro dovelas del siglo XV y los restos de lo que fue el escudo de los señores de Valdecorneja, los Álvarez de Toledo, destruido durante la Primera República.

Esta puerta, desviada de la línea del puente para reforzar el amurallamiento y en la actualidad más baja que en origen, se

 

construyó con dos lienzos de sillares y relleno de mampostería, sin levantar a sus lados ningún tipo de torreón defensivo como ocurrió en la construcción de la Puerta del Ahorcado.

En el arco interno se pueden apreciar algunos restos constructivos, como el quicio de la puerta en su parte superior, o el hueco dejado por el mecanismo de cierre.

 
Fotografía: Arteaga

En este puente, de más de 140 metros de longitud, se unían numerosas vías pecuarias que partían de Ávila, Palencia y Burgos, e incluso un ramal de la cañada real leonesa occidental.

Probablemente construido entre los siglos XII o XIII, durante la Guerra de la Independencia las tropas francesas destruyeron en su retirada una torre que se encontraba en el centro del puente, así como uno de los ojos centrales. Tras su restauración se levantó de
nuevo el ojo central, pero no se recuperó la torre, quedando el

 

puente tal y como se puede contemplar en la actualidad, con sus ocho ojos, dos de ellos de arco ojival, y sus 6 tajamares y contrafuertes de diferentes dimensiones y trazado.

A principios del siglo XX se construye el Puente Nuevo, quedando el medieval como vía de comunicación local entre El Barco, el Cristo del Caño y los pueblos del Aravalle, perdiendo la mayor parte de su circulación.

 
Fotografía: Arteaga

Se encuentra en el inicio de la Calle de la Gallareta, una de las más estrechas, cortas y fotografiadas de la villa, cuyo nombre proviene de la existencia en las cercanías de granjas de gallos. Se le conoce también como Calle de los Combates, debido a los enfrentamientos que durante la Guerra de la Independencia se desarrollaron en esta vía.

En este punto se encontraba uno de los diferentes postiguillos que disponía la muralla medieval, acceso formado por una pequeña

 

puerta románica de arco rebajado y escalera, que permitía el acceso directo de los vecinos a la regadera y al molino de Espeñuelas, que puede contemplar a escasos metros.

La regadera de la Villa, construida en la Edad Media, dirigía el agua hacia el interior del recinto amurallado para abastecer a la población a través de dos pequeños túneles de arcos rebajados. A su vez, la canalización permitía el riego de las huertas cercanas a la localidad.

 
Fotografía: Arteaga

Es esta la única puerta que se conserva en la actualidad de las 4 que poseía la muralla originariamente.

Era conocida originalmente como Puerta de Piedrahíta o Puerta de Ávila, al situarse en el ángulo sureste de la muralla, donde nace el camino que unía la población con dichas localidades.

Construida en el siglo XV, la puerta se flanquea con dos imponentes cubos o torreones. Será posteriormente, ya en el siglo XX cuando en

 

su restauración se remata la puerta con almenas y ventanas aspilleras, como puede comprobar en la fotografía de 1940.

Su nombre procede de una leyenda que cuenta, sin que exista documentación escrita sobre el hecho, que en el año de 1578, los habitantes de El Barco de Ávila denunciaron los abusos del alcaide del Castillo de Valdecorneja a su dueño, el Duque de Alba D. Fernando Álvarez de Toledo, quien tras confirmar los hechos manda ahorcar al alcaide en esta puerta.

 
Fotografía: Ángel Parrón